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9 de julio de 2011

Tú debes, yo quiero.

Caminantes de sendas irreales que pretenden perderse en la inmensidad de sí mismos. Distraídos, desaparecen entre vasos de vodka y ceniceros a rebosar. Se hunden en mares de gente, en las cuevas más oscuras donde la música ha suplantado al rumor de las olas. Partidos desde dentro, corren a abrazar las más diversas ocupaciones en un vano afán por curarse. Lo mismo arrancan notas de algún instrumento que se atrincheran tras un muro de libros, deambulan por pasillos de escaparates dejándose los ahorros o se quedan sin aliento a la caza de algún balón.

Llenos de energía, capaces de todo, se los hace marchar como ovejas. Leones, leones condenados a creer que son borregos y a soñar con ser leones. El día que dejen de soñar con ser y empiecen a ser cambiarán muchas cosas.

Pretty bubbles in the air







Postales de arena y canciones de media tarde. Promesas de agua de mar y sueños de rayos de Sol. Partituras de viento y hojas que interpretan descerebrados músicos de librea emplumada al despuntar el alba. Relatos escritos sobre barro por infinidad de anónimos pies calzados. Murales de chicles gastados y manchas de alquitrán. Sonatas de bocina y frenazo. Banquetes de humo y ruido. Discursos de porcelana para oídos de neanderthal. Escaleras de viento que suben a palacios de vapor. Avenidas de contenedores volcados y parterres de hojalata. Autopistas de arena que se hunden en los mares. Paredes de lágrimas y ventanas de esperanza. Recuerdos de papel maché borrados por la lluvia. Cartuchos de ira disparados por bocas rabiosas. Cuadros pintados con sangre y polvo. Jaulas de palabras bonitas y viejas memorias. Lápidas de arena para soldados sin tierra.


Burbujas que huyen hacia arriba y nadie sabe de qué.