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29 de agosto de 2014

Luna

Llevaba tiempo queriendo presentaros a alguien. Ya la habéis visto por aquí antes pero no la conocéis formalmente. A estas alturas creo que ya va siendo hora de que haga una breve introducción.


"Luna" no es, claro está, su nombre, sino más bien una suerte de título o de apodo. Podéis llamarla Ella, aunque yo muchas veces la llame Tú.

Es francamente difícil de describir, le gusta cambiar de look con frecuencia. Hay temporadas que es rubia, otras morena. A veces castaña y también tuvo su época pelirroja. Ha llevado melena larguísima, pero también el pelo muy corto; liso, ondulado o rizado, según el día. Le dio por raparse media cabeza y después por hacerse rastas. Lucía algún que otro tatuaje y más de un piercing, no todos para los ojos de todo el mundo. La ropa, la de siempre, los vaqueros de conquistar el mundo y las zapatillas de dejar huella en corazones ajenos.A veces arreglada pero nunca pretenciosa.

Podría hablar de sus ojos o de su sonrisa, de la forma que tenía de besar o de cómo me atrapaban sus sábanas, pero sobre eso ya habéis leído suficiente.

Siempre ha sido una amante de la literatura, incluso a veces escribe (poesía, relatos... según le dé) y salvo prontos esporádicos, escucha buena música. Prácticamente nunca dirá que no a una cerveza y no dudará en sentarse de mala manera en el suelo de alguna plaza, una de esas que tantas veces nos han visto borrachos. Por esas mismas, nos suele pillar el sol con una Mahou en la mano y, a veces, un beso en los labios.

Madrid nos ha visto reír, soñar y tiritar, incluso bailar. Nos ha visto besarnos en portales, rodar por parques y morirnos de ganas en sus esquinas. Nosotros la hemos visto llorar y atardecer, la hemos visto cuando se pone coqueta y se viste con uno de esos cielos de colores; la hemos visto en sus días tristes y grises.




El lenguaje es algo curioso. Me permite hablar de ti, que nunca exististe, y de nosotros, que nunca fuimos. Puedo inventarte y escribirte. A ti, a un 'tú' que no es nadie, que sólo existe en el papel. Y vosotros, lectores, podéis creerlo como si "ella" fuese real, como si tuviese nombre y cuerpo, incluso voz propia. Podéis imaginarla como si fuese una, como si no fuesen muchos nombres, muchos cuerpos, muchas voces; todo superpuesto y entremezclado bajo la etiqueta de "tú" o "ella". Mi Luna, mis lunas.

Y mis disculpas si a veces habéis entendido lo que no teníais que entender o imaginado más allá de dónde deberíais. Gajes de la literatura y de fiarse de alguien que juega con las palabras.

Las palabras, como siempre, hacen magia. Pero nunca la suficiente: tú sigues demasiado cerca como para olvidarte y demasiado lejos como para quedarte. Y yo sigo aquí, escribiendo(te).

21 de agosto de 2014

Escribamos algo nuevo

No sé vosotros, pero yo estoy hasta las narices de leer siempre sobre lo mismo. Alcohol, nicotina, corazones pisoteados y gesto serio. Harto. Todo visto a través de un cristal translúcido de tanto usarlo que le da un tono oscuro, como el fundido final de una de esas películas en blanco y negro. Cansado de intuir el hilo de todo el texto en el tercer adjetivo. Empezar cada línea esperando un juego de palabras original o una metáfora poco gastada, para terminarlas con una decepción.

Aún aguardo con ingenuidad un giro brusco de la línea general, un cambio de tono a media página, un tema poco prostituido. No sé, algo. Mi horizonte de expectativas es —creo— bastante modesto. No pido tanto, ¿no? Saliros de los tópicos, copón, que es gratis. Dad un paso fuera de los ceniceros llenos y las botellas vacías, del vaso firmado con carmín y de aquella sonrisa. Olvidaos de una puta vez de su mirada y de aquella manera que tenía de beber cerveza. Salid de esas sábanas tan frías y quitaos su ausencia de encima, que fuera hace sol.

Últimamente parece que no se puede escribir sin hablar de polvos de una noche y amores de una vida. De la botella de Jack y la bolsa de María. De habitaciones iluminadas por la escasa luz que se cuela entre las persianas y por relámpagos de pasión. Es abrumador, no llevo leyendo ni tres líneas y ya está la escena llena de humo. No creo que acabe el párrafo sin calarme hasta los huesos en una tormenta emocional. Con un poco de suerte se puede llegar hasta las medias rotas y los tacones apoyados en la acera sin resbalarse con las lágrimas tintadas de rímel. Probablemente para acabar el texto tenga que hacer acrobacias para vadear tanta entropía y tanto caos. Eso si no me corto con la alfombra de cristales rotos, porque con este humo uno no ve dónde pisa. Gracias a dios, detrás de alguna coma habrá unas cuántas cervezas esperando. Con un poco de suerte incluso habrá un puñado de risas.

Que todos estamos jodidos, que sí. Que a todos nos duele el corazón, también. Que empatizamos al primer desamor y nos ganan en la segunda calada. Pues sí, somos así. Pero escribid algo nuevo.

Igual es cosa mía, eh, que me rodeo de melancólicos y poetisas. Igual es cosa mía, que tengo demasiado trillada la "poesía moderna" y termino leyendo siempre a los mismos. Igual es cosa mía, que la lírica me aburre. No sé, quizá por eso siempre he preferido las historias. A mí se me gana con relatos, no con versos.

Lo dicho, harto.

Hablo para vosotros, pero también para mí. Que aquí monotemático soy yo como el que más.

A ver si escribimos algo nuevo, ¿no?

10 de agosto de 2014

Un sueño

La gente que tiene las cosas claras es la que llega lejos, dicen. La gente que tiene unas metas, unos objetivos. La gente que se sacrifica por algo, la gente que cree en algo. La gente que es capaz de darlo todo por algo. La gente, la gente, la gente. Aquellos que tienen vocación de tal o de cual. Aquellos que tienen un sueño y lo persiguen. Aquellos que siguen un camino, una línea recta con un final. Aquellos que saben a dónde quieren llegar, llegan. Aquellos capaces de dejarse la piel, de no darse por vencidos. Aquellos capaces de creer con la suficiente fuerza que, pase lo que pase, lo lograrán. Aquellos con fuerza de voluntad y dedicación.


¿Y el resto qué?

¿Qué pasa con los que no tienen metas ni objetivos concretos? Los que no tienen nada por lo que sacrificarse y dejaron de creer en todo. Sin vocación, sin fe, sin rumbo. Balas perdidas. Rifles que no saben a dónde apuntar. Sin un sueño, pero con muchos sueños. Los que se niegan a seguir una línea recta y prefieren perderse por los caminos. No es que no sepan a dónde quieren ir, es que no quieren llegar a ninguna parte. Llegar significa terminar, significa parar. Llegar significa un final. No quieren un final porque saben que lo que vale la pena es el camino, no la meta.

¿Qué hacemos con los que simplemente quieren vivir? Los que no van a llegar lejos porque no van a andar en línea recta. Los que no van a llegar lejos pero van a recorrer muchos más caminos.

¿Qué hacemos con los que no quieren llegar lejos? No quieren porque "lejos" es la meta de otros. "Lejos" es algo que no les dice nada. Una cruz en el mapa bajo la que no hay ningún tesoro para ellos.


Los aplastamos. Eso hacemos con ellos. Los miramos mal, los marginamos, los comparamos con "lo correcto". A los que se salen del camino marcado, a los que se paran a contemplar las flores, a escuchar a los pájaros. La sociedad castiga al que se sale de sus esquemas, al que no se traga el brillante futuro que nos vende, al que sabe que un taco de títulos no dice nada de uno mismo. La sociedad, como si de un perro pastor se tratase, ladra y muerde a las ovejas que no siguen al rebaño.


¿Os cuento mi sueño? Que "la gente" y "la sociedad" me dejen vivir en paz.

4 de agosto de 2014

Nada

Eres una ausencia difusa, insistente, constante.
Creí que no lo serías.
Creí que te quedarías en el capítulo anterior,
en una página perdida muchos meses atrás.
Pero no.
El libro quedó abierto por tu página,
apartado en una esquina de la mesa.
Han ido y venido otros libros,
otras páginas.
Meros panfletos a tu lado.

Ahí seguías tú, estando sin estar.
Ahí seguía yo, haciendo como que no estabas.
Ahí seguía yo, pasando páginas;
páginas de libros que nunca me interesó leer.
No sé si quiero leerte
o cerrarte definitivamente.

No lo sé.

Solo hay una cosa que tengo clara:
Nada puede tener futuro teniéndote presente.

2 de agosto de 2014

En nada creemos

Si hace un siglo y medio se oía "Dios ha muerto", podemos añadir un crimen más a la humanidad: La fe ha muerto. Tras enterrar a Dios tomaron el relevo la Razón, el Progreso y el Amor. Pero ya no queda nada de eso. Hemos perdido la fe en la Razón y en el Progreso, hemos dejado de creer en el Amor. Hemos dejado de tener fe en los absolutos. A todo le encontramos mácula. Somos incapaces de terminar de creernos nada, incapaces de tener fe en nada. En nada ni en nadie.

Nos hemos deshecho de toda tabla a la que algún día nos agarramos para no ahogarnos en nuestro viaje por la realidad. Y ahora solo pataleamos desorientados intentando no hundirnos.

Nos queda agarrarnos a lo único tangible que nos rodea: el ahora. Aferrarnos al presente es quizá lo único que nos salva un poco. No mirar hacia atrás, no mirar hacia adelante. Permanecer en este preciso instante, exprimirlo, aprovecharlo, disfrutarlo y, en definitiva, vivirlo. Quizá estemos más cerca del carpe diem que nunca.

1 de agosto de 2014

Podría...

Podría hablaros de lo infinitamente perdidos que estamos. De ese improvisar hoy el mañana sin ningún rumbo claro. De resolver el instante sin tener ni puta idea de a dónde queremos llegar. De ese errático andar con el que recorremos nuestro día a día. Podría hablaros de eso, pero sabéis tanto o más que yo.

Podría hablaros de esa maraña de sentimientos que nos da pereza desenredar. De ese amor que viene y va. De esos cambios de humor. De ese no dormir hoy porque la cabeza no nos deja en paz y de ese dar vueltas en la cama mañana porque el corazón está gilipollas. De ellos y de ellas. Podría hablaros de eso, pero nada nuevo os puedo contar.

Podría hablaros de cosas alegres también. De risas alrededor de hogueras. De noches inolvidables y fiestas históricas. De conciertos improvisados con la cerveza como única musa. De viajes increíbles y amigos más increíbles aún. De salir 'a tomar algo' y volver por la mañana. De no dormir y no comer, porque ¿para qué?, pasarlo bien es mucho más importante. Podría hablaros de eso, pero no quiero aburriros.

Podría hablaros de sus sábanas. De esa manera que tiene de mirar, de suspirar, de gemir. De mil historias, cigarros, paseos y polvos. De presentes radiantes y futuros imposibles. De sueños hechos realidad y de sueños hechos pedazos. De esa canción que... ya sabéis. De ese hablar mediante caricias. De besos furtivos en un portal. Podría hablaros de eso, pero ¿qué os voy a contar que no hayáis echado de menos ya?

Podría hablaros de muchas cosas, pero nada que no hayáis oído, visto, vivido, probado, sufrido, temido, disfrutado... Podría hablaros de muchas cosas, pero no quiero abusar de vuestra paciencia.