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9 de septiembre de 2014

¿Un café?

Tomo demasiado café, o eso me dice todo el mundo. Quizá tengan razón. Podría ser peor. Mucho peor, en realidad. Hay "inas" bastante más terribles que la cafeína. Tengo adicción a la cafeína. Lo sé. Pero bueno, adicciones tenemos todos. Al café y al tabaco suelen ser las más comunes. También hay adictos al deporte, al dibujo o a enamorarse de causas perdidas. Casos más pintorescos pero no menos habituales son los adictos a mirar con cara de pocos amigos en el Metro, los adictos a tumbarse en el césped y mirar las nubes y los adictos a joder días ajenos con comentarios inoportunos. También se dan casos esporádicos de adictos a sonreír los lunes por la mañana, a bailar en ropa interior cuando están solos en casa y a soñar que un mundo mejor es posible. Como veis, no todas las adicciones son malas. 


Compartimos



Compartimos. Somos animales sociales y tenemos una tendencia irrefrenable a compartir las vivencias personales con el resto. A buscar su aprobación y simpatía. Para bien o para mal, nos relacionamos con el entorno a través de constructos sociales. Vivimos por y para los demás, aunque la mayor parte del tiempo no seamos conscientes de ello. Le hemos puesto nombre a nuestras emociones y sentimientos, pero en el momento en el que lo hacemos dejan de ser nuestras y pasan a querer amoldarse a un concepto abstracto. Los nombres limitan y dan forma a la realidad, deja de ser la cosa y pasa a ser la idea. Por eso inconscientemente no nos terminan de convencer las etiquetas, sabemos que algo falla. Por eso muchas parejas no quieren "darle nombre a lo suyo", porque es suyo y de nadie más. Porque nombrar es controlar, es poder. Pero por mucho que nos pueda molestar, nada es real hasta que tiene un nombre.

Nada es real si no es compartido. 

Y eso lo sabemos todos. 

 Happiness is only real when shared.

Banderas


A los que les duela la patria por mis palabras, mis más sinceras disculpas. Al resto, perdón por aburriros con política, pero estoy un poco cabreado.

Recuerdo una pegatina, hace años, que rezaba: "un patriota, un idiota", con una bota pisando la bandera nacional y varias autonómicas. Siempre me ha parecido una verdad bastante contundente. No hay nada más estúpido que enorgullecerse de gestas ajenas como propias. De la Transición para acá, la izquierda ha apadrinado las causas nacionalistas de los variados independentismos de este país. 

Que sí, que es muy romántico la defensa de "los pueblos oprimidos" y que era un mercado electoral muy jugoso. Pero tomar la causa de las elites de la alta burguesía regional, que siempre han buscado mayor autonomía fiscal (ergo política), politizarla como opresión al pueblo catalán/vasco/valenciano/gallego/castellano/etc. por una intangible "España", vendérsela a la masa y utilizarla como músculo político para la izquierda está muy feo. 

Que a ver qué coño pinta la izquierda, internacionalista ella en su mayor parte y defensora de clases, no de banderas, apadrinando a nacionalistas varios. Que no tiene ni pizca de coherencia que nos salga urticaria cuando vemos la bandera nacional y vitoreemos como si nada las autonómicas y la republicana (sí, la tricolor es tan nacionalista como la que más, que se os olvida). 

En fin, que será mi vena anarquista, pero me cabrea la gente con banderas, salvo que sean blancas o negras. 

Me cabrea la prostitución ideológica de la izquierda, últimamente más perdida que Colón, que parece que no tiene muy claro qué o a quién defender. 

Me cabrea que, ahora, nacionalismo/independentismo se asocie a izquierda. 

Y me cabrea que no os cabree. 

Hala, con Dios.