Aquellos días en los que nos pateamos Italia de punta a punta, dormíamos en el autobus, en bancos o de pie en medio de la calle porque las noches nos las pasábamos de fiesta, comíamos en el sitio más barato que encontrásemos porque el dinero era para alcohol, hacíamos fotos a todo y a todos, gigas y gigas de fotos. Fueron unos días magníficos, memorables, irrepetibles y claramente inolvidables.
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