Metáforas náuticas y alegorías teatrales flotando sobre un mar de alcohol, me tienen infestado el blog. Y me temo que también la cabeza. Pienso en clave de guión y gavia, de telón y trinquete, de bastidores y bauprés. Se me resbalan las palabras sobre una sustancia color caramelo –y no, no hablo de miel sino de scotch– y se me atropellan en la punta del teclado. Marcan el paso un corazón distendido y un cerebro con alma de funcionario español. Para rematar, se mezcla todo, se agita sin luz solar y se sirve antes de dejarlo reposar.
Para cualquier duda, lea las instrucciones y consulte a su farmacéutico.
Tu prosa es bien. Me gustan las palabras y metáforas bizarras.
ResponderEliminarMiau!