A veces rendirse es la opción más fácil, especialmente cuando los demás triunfan sin esfuerzo aparente. La mayoría de las veces "rendirse" es solo un eufemismo de 'darlo por perdido'. Existen muchas situaciones en las que lo más inteligente es abandonar y dedicar las energías a otra cosa. Pero hay algunas en las que no, hay algunas en las que rendirse ni siquiera es una opción, ni tan solo una remotísima posibilidad. Porque, verás, uno no puede rendirse en la vida, no puedes darte por perdido. No puedes abandonarte y dejar que la masa te arrastre, no puedes renunciar a ser alguien, a ser especial, a ser tú. No dejes que el peso de las circunstancias te aplaste, no te hundas en la nada. Sí, los habrá en este mundo que irán por delante pero eso no los convierte en inalcanzables. ¿No los alcanzas corriendo? No pasa nada, para, piensa, hazte con una bici y adelántalos a todos. ¿Quieres ejemplos de superación? ¿de perseverancia? ¿de ilusos, soñadores y, al fin, triunfadores? Mira a tu alrededor, mira tu historia. Quisimos correr más que los caballos, construímos coches; quisimos surcar los cielos, ahora volamos más alto que los pájaros; se nos antojó pisar la Luna, ahí está nuestra huella. Alguien que se hubiese rendido jamás habría roto las nubes, como mucho se habría contentado con soñarse haciéndolo.
"Nunca lo sabrás si no lo intentas" es buen argumento para animar y rescatar a los cansados. Si te rindes renuncias a un futuro, abandonas un sueño, matas parte de ti. Hasta que no te hayas estrujado el cerebro, agotado el cuerpo, hasta que no te hayas roto los dientes intentando hacer despegar el maldito avión, hasta que verdaderamente no hay más, que no exista más de ti. Hasta entonces, tu deber, tu obligación, es seguir adelante