Las autoridades literarias advierten:

Los textos contenidos en este blog pueden o pueden no ser un reflejo de la realidad. En caso de duda, evite tomárselos demasiado en serio o sacar conclusiones precipitadas.

El autor no se hace responsable del efecto que pudiesen causar sus textos. Tampoco se garantiza que los puntos de vista expresados en este blog sean coherentes, constantes o similares en algún sentido a los del autor.

Si tiene cualquier queja, pregunta, sugerencia o quiere expresar lo mucho que le pica un pie, adelante, comente.

30 de enero de 2015

Al norte, bajo la lluvia

Era una mañana cualquiera de diciembre, en una de esas ciudades al norte de los Pirineos en las que llueve demasiado. Una de esas ciudades en las que los sureños nos sentimos perdidos: hace demasiado frío, la gente es demasiado seria y no tienen ni puta idea de cómo hacer un café en condiciones.

Una mañana en la que andábamos a paso ligero, casi marcial, entre la gente seria que va a trabajar y los turistas pesados que se paran cada dos por tres a hacer fotos. Parapetados bajo un endeble paraguas, de esos que al menor soplo de viento se rinden y te dejan tirado.

Era una mañana en la que sólo pedíamos paz o, al menos, tregua. Pero el clima no parecía tener intención de rendirse y nos bombardeaba inclementemente con la artillería pesada. Antes he dicho "andábamos", pero vista la densidad de la lluvia, aquello era más bien nadar.

Buscábamos refugio desesperadamente, cualquier lugar nos habría valido de trinchera contra aquellos disparos. Al fin, calados y acribillados, entramos corriendo en un triste bar. A buscar paz en una taza de café. Y mientras pedíamos, nos dimos cuenta, sorprendidos, de que no nos habíamos soltado las manos en toda la batalla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario