Como un barco sin brújula ni capitán. Varado o, en el mejor de los casos, dando vueltas sin rumbo. Queda al mando un segundo de abordo demasiado amigo de la botella como para hacer algo útil y una tripulación que no recuerda lo que era el viento. Y así, a la deriva, hasta que se hunda en una tormenta o algún otro barco tenga a bien salvarlo, seguirá este navío.
Menorca, algún día de Agosto
No hay comentarios:
Publicar un comentario