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9 de noviembre de 2013

Noviembre.

Estoy helado. Hace frío fuera pero no es eso. Tampoco es una cuestión de sudaderas. Es una sensación horrible, un frío que nada tiene que ver con el exterior. Es como si mis huesos fuesen de hielo y diese igual cuanto me tape. El frío viene de dentro. El abrazo caliente de un trago de whisky es lo único que consigue espantarlo. El arañazo en la garganta y al calor en la cara, el golpe seco que da al caer en el estómago, el agradable cosquilleo que produce al ir extendiendo su calor por el resto del cuerpo, la paz que deja después de haber fundido los huesos de hielo. 

La espanta un poco pero no quita esa sensación de vacío, del frío que transmite una habitación vacía o un cigarro abandonado. Solo de pensarlo dan escalofríos. Nos llenamos con infinidad de objetos, con conversaciones huecas. Ocupamos nuestro tiempo con una sucesión agobiante de tareas y rellenamos los huecos libres con risas enlatadas. Pero al final, detrás de todo eso, detrás de esa aparente abundancia no hay nada. Cartón piedra, atrezo, mera fachada. Suele irnos bien, nadie se da cuenta, ni siquiera nosotros mismos. Todo funciona y rueda a la perfección, somos felices así. Hasta ese momento en el que el frío te invade sin saber muy bien de donde viene. Pero sí sabes de dónde viene. Brota de ese agujero, de ese vacío interior que no hemos conseguido llenar con nada aunque lo hayamos rodeado de cosas para no verlo. De ese pozo viene ese frío. Y solo algunos abrazos consiguen hacerlo retroceder. Solo algunas personas consiguen llenar un poco el pozo.

8 comentarios:

  1. No os entiendo a los chicos como vosotros, de verdad: Románticos dieciochescos de palabra y corazón, que se dicen disolver en sí mismos entre alcohol y humo en noches oscuras. Decís llorar por lo que no tenéis -¿por lo que queréis?- pero vivís cabalgando solo en tinta. Puede que sólo sea porque no te conozco, pero no es esa la impresión que das cuando te tratan en persona. Perdona el atrevimiento, ¿sabes lo que quieres?

    De todas formas, no soy más que una extraña paseando por blogs ajenos. Buen blog, por cierto.

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    1. No sé si era una pregunta retórica pero no, supongo que no sé lo que quiero. Si lo supiese invertiría mi tiempo en perseguir aquello que quisiese, no en escribir.
      En todo caso, no me queda muy claro, ¿cuál es la impresión que no doy, o la que doy, E.?

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  2. Culpa mía, lo he formulado mal: Hablo únicamente de la impresión que me has dado a mí.

    Tampoco sabría decirte con certeza, ya te digo que sobre ti no sé nada, pero pareces pasar por encima de las cosas sin terminar de detenerte, sin complicarte más de lo necesario. Con la seguridad de alguien que tiene las ideas lo suficientemente claras como para seguir adelante, pero no tanto como para llegar a arriesgar.

    Me produces curiosidad.

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    1. Para no saber nada, es una primera impresión bastante ajustada a la realidad.
      Por lo que has dicho, nos conocemos en persona, eres libre de saciar tu curiosidad bien en persona, bien virtualmente.

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    2. Jajaja, gracias por esa libertad.

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    3. Pero eh, que lo de ir de anónima está muy feo.

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  3. ¿Mutuas? Como mucho me la llevaría yo, que soy el que juega con desventaja y no sabe quién eres.

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  4. Sí, mutuas.

    Te veo mañana.

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