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10 de agosto de 2014

Un sueño

La gente que tiene las cosas claras es la que llega lejos, dicen. La gente que tiene unas metas, unos objetivos. La gente que se sacrifica por algo, la gente que cree en algo. La gente que es capaz de darlo todo por algo. La gente, la gente, la gente. Aquellos que tienen vocación de tal o de cual. Aquellos que tienen un sueño y lo persiguen. Aquellos que siguen un camino, una línea recta con un final. Aquellos que saben a dónde quieren llegar, llegan. Aquellos capaces de dejarse la piel, de no darse por vencidos. Aquellos capaces de creer con la suficiente fuerza que, pase lo que pase, lo lograrán. Aquellos con fuerza de voluntad y dedicación.


¿Y el resto qué?

¿Qué pasa con los que no tienen metas ni objetivos concretos? Los que no tienen nada por lo que sacrificarse y dejaron de creer en todo. Sin vocación, sin fe, sin rumbo. Balas perdidas. Rifles que no saben a dónde apuntar. Sin un sueño, pero con muchos sueños. Los que se niegan a seguir una línea recta y prefieren perderse por los caminos. No es que no sepan a dónde quieren ir, es que no quieren llegar a ninguna parte. Llegar significa terminar, significa parar. Llegar significa un final. No quieren un final porque saben que lo que vale la pena es el camino, no la meta.

¿Qué hacemos con los que simplemente quieren vivir? Los que no van a llegar lejos porque no van a andar en línea recta. Los que no van a llegar lejos pero van a recorrer muchos más caminos.

¿Qué hacemos con los que no quieren llegar lejos? No quieren porque "lejos" es la meta de otros. "Lejos" es algo que no les dice nada. Una cruz en el mapa bajo la que no hay ningún tesoro para ellos.


Los aplastamos. Eso hacemos con ellos. Los miramos mal, los marginamos, los comparamos con "lo correcto". A los que se salen del camino marcado, a los que se paran a contemplar las flores, a escuchar a los pájaros. La sociedad castiga al que se sale de sus esquemas, al que no se traga el brillante futuro que nos vende, al que sabe que un taco de títulos no dice nada de uno mismo. La sociedad, como si de un perro pastor se tratase, ladra y muerde a las ovejas que no siguen al rebaño.


¿Os cuento mi sueño? Que "la gente" y "la sociedad" me dejen vivir en paz.

1 comentario:

  1. Siempre con cánones, márgenes, límites. Siempre haciendo caso a este mundo guarro y poco caso omiso.
    Me encantan tus letras. Me quedo, sin duda.
    Y en cuanto a la entrada siguiente, (sí, le echo el morro de comentártela aquí) si se quieren leer algo distinto que vengan a leerte a ti.

    Un abrazo,
    S.

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